La Junta de Perdones y Libertades Condicionales de Texas le negó clemencia pese a las apelaciones de la ONU y autoridades mexicanas que pedían anular la condena capital.
“No tengo miedo, yo sé de qué me voy a morir”, exclamó Rubén Ramírez Cárdenas a poco más de 96 horas de cumplirse el plazo fijado para su ejecución por la violación y homicidio, en febrero de 1997, de su prima de 16 años.
Se encomienda a San Judas Tadeo y como último deseo pidió ver a su madre Sanjuana Cárdenas hasta su ejecución en la prisión Allan B. Polunsky, en Livingston.
ORIGINARIO DE IRAPUATO
Su mamá de 66 años, lo ha acompañado en el proceso legal desde 1997, cuando fue condenado a la pena de muerte por los delitos de secuestro, violación y homicidio de su prima Mayra Azucena Laguna.
Ramírez Cárdenas, originario de Irapuato, desde pequeño fue llevado por su madre a Texas junto a sus hermanos.
En febrero de 1997 fue detenido y condenado a prisión: “Estoy en manos de Dios, se hará su voluntad”, dijo el mexicano a su amiga con quien intercambió cartas durante 15 años.
Mencionó que se sentía triste por su madre, por sus hermanos y sus dos hijos. Pero no pide que lo perdonen porque, asegura que es inocente. “Yo no maté a mi prima, yo soy inocente”, expresó.
LE NIEGAN LA PRUEBA DE ADN
El pasado 18 de agosto, autoridades estadounidenses dictaron la fecha de su ejecución, por lo que sus abogados solicitaron la práctica de una prueba de ADN para probar que no asesinó, ni violó a su prima, sin embargo, no le fue concedida.
“De lo único que se arrepiente es de haber firmado bajo presión unos documentos que le llevaron cuando lo detuvieron. Esos documentos lo tienen ahora condenado a muerte”, acusó Marciela Luna, su amiga. Foto: Periódico Correo